Una historia personal

Ayer, mientras no podíamos emitir por causas ajenas a nuestra voluntad debido a ese corte de luz que padecimos todas las radios de Béjar, estuve conversando con un viejo amigo mío que desgraciadamente tuvo que marcharse de la ciudad que le vio nacer para buscarse las lentejas, como tantos otros, en los últimos años. Ahora ha regresado, fugazmente, puesto que su periodo vacacional concluye en breve, y me confesó que denotaba alguna diferencia notable desde la fecha en que se fue hasta ahora.
Su vista es más o menos objetiva y desde la distancia. Punto de vista referencial para nosotros, ya que como vivimos la actualidad día a día, quizás no nos demos cuenta de los cambios tan significativos que pueden observarse con el paso de tiempo en nuestra ciudad, y que nosotros los tomamos, una vez asumidos, como algo habitual y normal. Pero que para el que viene de fuera habiendo conocido otra realidad, les llama poderosísimamente la atención. Lo primero que me aseguró fue que los bejaranos pensamos, y pensamos muy bien, pero pensamos tarde. Le llamó la atención que hubiéramos tardado más de una década en abrir los ojos a la ceguera a la que nos tenían sometidos los anteriores, hundiéndonos en el fango cada vez más. Se alegró, -y eso que mi amigo es de derechas confeso- de la derrota del PP en Béjar. Bueno, él diferenciaba con una claridad meridiana al Partido Popular, de su principal cabeza visible; y se alegraba por tanto de la derrota del Calientabanquillos (según LGRS sábado 5/5/2007 pág 3 sección local) en sí, y no tanto del PP que se había visto arrastrado por ese personaje.

Me dijo que se respiraba cierto aire de libertad, libertad que antes estaba sometida a los intereses de unos pocos. Libertad, una gran palabra con un significado no siempre muy comprensible para los recalcitrantes reaccionarios en su sangrienta nostalgia. Libertad, que como aseguró mi amigo es una condición necesaria, pero no es una condición suficiente.

Según mi amigo, ahora solo había que ponerse manos a la obra durante estos cuatro años para poner freno a todas las malas formas, maneras y hechos consumados que nos sumieron en el más profundo del desamparo. Pero también me comentó que íbamos a necesitar muchos más años que los que conforman una legislatura, no para levantar cabeza, sino para comenzar a levantarla. Me pidió paciencia, y que transmitiera esa sensación a los bejaranos desde este micrófono. Yo le di mi palabra, y así lo estoy haciendo.

Además de trabajar entre despachos e instituciones, Béjar necesita plasmar, de hecho, todo ese trabajo diario. Para que los bejaranos vean que se viene realizando un progreso paulatino, pero constante, en las mejoras más o menos visibles que nos afectan a todos. Sus palabras textuales, creo recordarlas bien y no equivocarme al citarlas, fueron: “Los bejaranos somos como Santo Tomás, si no lo vemos…”

Mi amigo me preguntó si ya habíamos hecho el balance típico de los 100 días del nuevo equipo de gobierno, evidentemente yo le contesté que sí. Preguntó si, a grandes rasgos, era positivo; yo me pronuncié al respecto. Y me aseguró, una vez escuchada mi respuesta, que en el caso de Béjar, 100 días son pocos para la cantidad de cosas que se tienen que poner en orden. Que hay tal cantidad de desaguisados que resolver, que el periodo de cortesía típico de esos 100 días, tendría que ser en el caso de Béjar de 1.460 días. Es decir, toda la legislatura.

Mi amigo conoce de primera mano toda la azarosa historia de esta humilde emisora desde su nacimiento hace ya más de un año, y me preguntó. “Luis, ¿La línea editorial de Béjar FM ha cambiado con los ‘nuevos’?”. A lo que respondí tajantemente que no. La línea editorial de esta radio es la misma que desde que comenzó su andadura. Exactamente la misma, exactamente igual. Con los mismos colaboradores, articulistas y amigos. Con su mismo lenguaje, denunciando lo que a su juicio está mal, y alabando lo que a su juicio está bien. Sin ediciones ni censuras de ningún tipo a esos artículos de opinión. Mi amigo me alabó el gusto, me mostró su apoyo, me dijo que de eso trataba la libertad de expresión, la independencia, y que quien no lo entendiera, fuera de izquierdas o de derechas, no tenía muy clarito el concepto de medio independiente.

Después de dar el último sorbo a nuestro café, hablar de temas más personales y familiares. Sin duda mucho más interesantes que estos, pero que no voy a reproducir… mi amigo, de una manera muy especial que no me atrevo a describir, me confesó un sueño que siempre tuvo. El de venir, de volver de nuevo, después de tanto tiempo, a su tierra natal. De montar un negocio que tenía en proyecto desde su niñez, de crear riqueza en su tierra; pero casi con lágrimas en los ojos, me aseguró “Luis, ahora ya es tarde, tengo la vida hecha en otro lugar, estoy casado, tengo familia… si esto en lugar de este año, hubiera cambiado hace algunos otros atrás…”

Después de un abrazo que me llegó al alma, me quedé con una pregunta rondándome en mi cabeza: ¿Cuánta gente habría como mi amigo? Inmediatamente me respondí a mi mismo. Seguramente tantas como las personas que hemos perdido de población en la última década: 2.500 personas.Que pena, que oportunidad hemos estado perdiendo durante tanto tiempo. Ahora… ¿Seremos capaces de poner punto final a esta situación?