A buen entendedor...

Todos estos días de puente sirven de reflexión como en otras ocasiones pasadas servían los fines de semana largos. Eso es bueno, pero también es malo. Te da tiempo a pensar de muchas maneras, buenas, regulares... y sobre todo, como buen español, piensas mal. Los malo de pensar mal es que casi siempre aciertas.
Se confluyen muchas circunstancias en esos pensamientos, pero todas van a morir en la reflexión más pesimista. Quiero decir; entre hacer bien y no mirar a quien... y hacer el mal mirando con el rabillo del ojo... la elección casi siempre suele ser la segunda. Cuando eres responsable o parte integrante de un grupo de "justos" y en tu mano están decisiones que pueden afectarte al bolsillo... ¿Tomarías una decisión ecuánime y justa o te moverías en torno a tus intereses personales y monetarios? ¿Perjudicarías a tu negocio en una decisión justa, o por el contrario tomarías la decisión injusta para no perjudicar a tu negocio? He ahí una cuestión que a muchos se les plantea, y que siempre toman la que les es más conveniente a ellos, desde su punto de vista egoísta, antes de lo que es lo justo. Es normal, somos humanos. Pero para ello debería de haber alguien que le llamara la atención a quien tiene ese conflicto de intereses, por llamarlo de alguna forma, y darle un toque para que se abstuviera de anteponer sus inclinaciones avaras perjudicando a otros y tratándoselos de quitar de en medio a toda costa por la pupita que le pudieran hacer en “su terreno”. Sin embargo, ¿Qué pasa cuando esto no sucede? Pues que la decisión injusta suele hacerse efectiva, y con ella todas las repercusiones y consecuencias. Consecuencias que pueden ser más que contundentes, no contra esa persona egoísta, sino contra todo el grupo en sí. Con lo que es el grupo el que sale perjudicado de una decisión tomada por alguien parcial con intereses creados, grupo que secundó ese argumento tendencioso; y por tanto responsable de la decisión arbitraria.
A buen entendedor…