PILAR MORENO
Como todos los años, la proximidad del verano y las
vacaciones estivales de los sanitarios producen en nuestra provincia noticias que
generan alarma entre la ciudadanía: se cierran plantas, se interrumpen
consultas, baja el número de intervenciones quirúrgicas y, como es de esperar,
eso lleva a que aumenten las listas de espera, ya de por sí escandalosas en
muchas especialidades. En atención primaria, al no sustituirse las ausencias,
los médicos y enfermeras tienen que acumular cupos de pacientes, y esto genera
retrasos y disminuye la accesibilidad.
Es cierto que los trabajadores tenemos derecho a estas
vacaciones, y que el periodo deseado por la mayoría para disfrutarlas es el
verano. Es cierto también que durante este periodo las enfermedades,
especialmente las de las vías respiratorias, que son las de mayor incidencia,
disminuyen y no suelen presentarse brotes epidémicos de enfermedad y, por
último, también es cierto que los personas que están pendientes de sus
revisiones, tanto de las actividades preventivas de salud, como de las
programadas de procesos crónicos, no suelen acercarse en este periodo para su
atención. Vamos, podríamos decir que todos, trabajadores y pacientes nos
tomamos un “respiro” estival.
Sin embargo, esta situación que deberíamos vivir con
tranquilidad todos los años, a ciudadanía en general, trabajadores y pacientes,
nos tiene alarmados. ¿Por qué es así, y por qué año tras año la alarma y el
descontento de toda la colectividad se acrecienta?
En el ámbito hospitalario, partimos de una situación que no permite interrumpir ninguna actividad sanitaria, especialmente las pruebas complementarias, las intervenciones quirúrgicas o las consultas. Cuando las listas de espera son de la magnitud que conocemos, toda interrupción se ve como un sinsentido. Realmente tendríamos que poder aprovechar esta situación de “bondad saludable”, para acelerar todo aquello que pueda ser programado y disminuir las listas de espera.
Y en atención primaria la necesidad de atender “a
demanda”, obliga a doblar las consultas y que cada uno de los sanitarios deba,
además de atender a sus pacientes atender al cupo de un compañero al que
“acumulan”. Todo ello, genera fatiga y agotamiento en los profesionales, y sin
duda afecta a la calidad de la atención prestada con el riesgo de que la
seguridad en la misma se vea mermada.
Como podemos comprobar muchos de los problemas que tenemos se deben a la mala gestión de personal que se viene practicando desde hace tiempo, sin la reposición necesaria para asegurar el buen funcionamiento y que se agudiza de cara al verano. Hemos llegado a una situación en la que los administradores sanitarios tienen la excusa de decir que no se puede mejorar porque “no tenemos médicas y médicos para cubrir las ausencias”.
La gestión sanitaria en nuestra provincia ha sido
desastrosa, y especialmente la política de personal médico. Salamanca tiene
facultad de Medicina, y además año tras año forma un número importante de
Médicos Internos Residentes, tanto en especialidades hospitalarias como en
Medicina Familiar y Comunitaria. Sin embargo, igual que otros jóvenes formados
en nuestra ciudad emigran, nuestros jóvenes médicas y médicos, ya especialistas
y excelentes futuros profesionales también abandonan nuestra provincia porque
la oferta laboral que se les presenta es precaria, con contratos exclusivamente
de guardias, de fines de semana, e incluso de semanas de 5 días (lunes a
viernes), y sin seguridad de continuidad, por lo que buscan futuro en otras
Comunidades, e incluso en otras provincias de nuestra Comunidad.
Sin embargo, en la última semana una noticia a doble
página en el periódico de mayor tirada de esta provincia nos sorprendía: “este
año no va a haber problemas en las consultas de atención primaria, porque
tenemos 20 especialistas de medicina familiar y comunitaria para sustituir a
los facultativos que se ausenten”. ¿Esto qué significa?, ¿de verdad ya no va a
haber problema? La propuesta de la gerencia de atención primaria es asignar un
médico o médica a cada equipo de atención primaria para todo el periodo
estival, que servirá de comodín a un equipo variable, entre 5 y 17 médicos de
familia, y obligará a que durante todo el verano las consultas se dupliquen
para atender los cupos propios y el de algún compañero ausente. Es fácil
entender que de esta forma la atención puede perder calidad y por tanto
seguridad.
Y en la zona rural la situación se agudizará porque
pasar la consulta propia y la de un compañero en el mismo centro de salud tiene
problemas, pero lo que no se podrá hacer es desplazarse a todos los pueblos con
consultorios locales y mantener la periodicidad que se necesita.
Es evidente que hay motivos para que nos preocupemos, aunque también sabemos que si es necesario seremos atendidos con la calidad y profesionalidad que caracteriza a nuestra Sanidad Pública, pero no será gracias a la buena gestión de los responsables, sino al buen trabajo y dedicación de todas y todos los trabajadores de nuestro Sistema Sanitario Público.