Otra textil al garete

Otra fábrica textil en Béjar que desaparece, y otra vez que asoma el drama humano que ello conlleva. Esta vez son 21 los trabajadores, y por tanto, 21 las familias afectadas. Y es que, según hemos podido saber, ahora la culpa la tienen los aranceles que se han levantado y han afectado directamente a las ventas de esta textil que dice adiós a 21 años trabajando en el sector en Béjar. Nos consta que desde el Ayuntamiento y otras instituciones se ha hecho todo lo posible, y se está haciendo todo lo posible para evitar tal debacle, intentando recolocar esa plantilla en otras fábricas que comienzan su deambular en Béjar, por ejemplo, Unisolar. Pero quizás esto solo sirva para hacer un remiendo a un roto, que comenzó siendo un descosido, y ahora, nos sale casi mejor comprarnos directamente un traje nuevo.
Esta situación no es una realidad ajena. Ahora estamos viviendo y padeciendo los efectos y consecuencias de muchos años atrás que nos arrastran a una caída libre al vacío más profundo y oscuro jamás conocido en esta localidad. ¿Y esto por qué? Porque era algo a lo que antes de este mismo año, y durante mucho tiempo, nuestros nefastos gestores municipales fueron incapaces frenar poniendo pie en pared. Estaban ocupados en otras cosas, como por ejemplo, intentar cerrar medios de comunicación con líneas editoriales independientes que les eran críticos. Hemos pasado del “aquí no pasa nada”, del “Béjar va bien”; a tener conocimiento de que aquí, pasaba de todo, y que nadie se enteraba, o no le interesaba que la gente se enterase; para seguir a lomos del caballo blanco en su trayecto a Venus sin equipo de cosmonauta, sin escafandra, sin oxígeno y a reacción. De haber seguido por esa senda, quizás, las consecuencias hubieran sido mucho mayores, mucho más, sin duda. Porque esos barros se hubieran seguido acumulando, no ya para convertirse en lodo, sino que para transformarse en un lodazal, donde ni siquiera, los más chanchos, astrosos, zafios y mánceres podrían haber sobrevivido a sus propios resultados. Hoy en Béjar, no es jornada de alegría, como tampoco lo fue el día que conocimos lo del Navazo, como tampoco lo fue el día que Béjar FM dio a conocer el cierre de Hilaturas Béjar. Hoy, en Béjar, es otra jornada más en la que parece sangría sin torniquete de cierres del textil, buque insignia del progreso que en su día lució Béjar con tanta majestuosidad: Paño rojo de Castilla como en tantas ocasiones, en mi niñez, tuve ocasión de escuchar.
Hoy, el corazón del que os habla, está de luto. No por esta última empresa que cierra sus puertas, que también, sino por todo el sector textil que se ha ido al traste paulatinamente en esta ciudad. Y encima, y para más INRI, en estas fechas tan señaladas. Menudo regalo nos tenía preparado Papá Noel.
No me une ningún vínculo, que yo sepa, a esta última empresa; sin embargo, al que os habla, cada vez que escucha que cierra otra fábrica textil, se le encoge el alma. ¿Por qué?, se preguntará más de uno. Porque el que os habla es hijo de un humilde tejedor, y es de bien nacido ser agradecido. Y el que os habla, como seguro que muchos que nos escucháis diariamente, estamos ligados de una manera o de otra, a ese sector bejarano por excelencia, que poco a poco, está agonizando sin que nadie pueda practicarle, o sea capaz de practicarle, una reanimación cardiopulmonar (RCP) que le saque de la muerte pronosticada por los facultativos de la economía. Y mientras, los usurpadores, haciendo asociaciones para recuperar iglesias.